sábado, 12 de febrero de 2011


No se sienta satisfecho de ser justo para con los otros si conmigo, que tengo más derecho que nadie a su justicia y, también, a su clemencia y su amor, se muestra tan implacable. Recuerde que soy su criatura. Debiera se su Adán y, sin embargo, me trata como al ángel caído y me niega, sin razón, toda felicidad. Es por ello que deseo contarle de qué modo me ha privado irremediablemente de la alegría. Yo era bueno y cariñoso. Los sufrimientos me han convertido en un malvado. Concédame la felicidad y seré virtuoso.
Frankenstein, Mary W. Shelley.

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